La saliva en el biotopo de la cavidad bucal
Las numerosas superficies húmedas y cálidas existentes en la boca constituyen el hábitat ideal (biotopo) para muchos microorganismos, principalmente bacterias, pero también levaduras (como la Cándida) y protozoos (como la Entamoeba gingivalis). Además de disfrutar de un clima ideal, estos organismos también se benefician ya que reciben una alimentación muy generosa a través de nuestro consumo habitual de alimentos.
La supervivencia en el biotopo de la cavidad bucal
Las bacterias sólo pueden sobrevivir en nuestra boca si consiguen adherirse y no ser tragadas. Hay unas pocas especies de bacterias, en especial los estreptococos, que pueden adherirse directamente a la película adquirida. Por un lado, lo consiguen a través de los iones de calcio con carga positiva que se encuentran entre las superficies de la película adquirida cargadas negativamente y las bacterias. Por otro lado, también se da un enlace específico y directo de las proteínas de las bacterias (lectinas) con la estructura de la película adquirida.
Tan sólo cinco minutos después de limpiar la superficie dental, las primeras bacterias ya empiezan a adherirse a la película adquirida recién formada. Posteriormente, proliferan mediante división celular hasta formar una biopelícula. A su vez, esta primera capa de bacterias “pioneras” permite que se adhieran otras. Después de dos o tres horas ya se ha formado una placa visible a simple vista. Durante los días siguientes, en las zonas protegidas de la boca, las colonias bacterianas aumentan formando complejas estructuras tridimensionales conocidas como “placa madura”. Si la placa no se elimina mediante el cepillado o el uso del hilo dental, su grosor puede alcanzar un milímetro o 300 bacterias. En colonias de este tamaño, especialmente en las capas inferiores más cercanas al diente se experimenta una falta de oxígeno. Para seguir extrayendo energía de la comida estas bacterias deben pasar a la fermentación, un proceso que produce ácidos orgánicos en lugar de dióxido de carbono y agua. El micro-clima acídico resultante disuelve el cristal de hidroxiapatita y aparece la caries. Aproximadamente una semana más tarde, la placa empieza a mineralizarse: el calcio y el fosfato de la saliva se depositan en la colonia bacteriana y la endurecen, provocando el cálculo dental.
Una placa firme y gruesa como ésta sólo puede formarse en lugares de la boca donde las bacterias pueden proliferar tranquilamente durante días. El flujo constante de saliva evita que esto ocurra en la mayoría de las superficies dentales ya que simplemente arrastra las capas bacterianas que no están bien adheridas. La placa dental y el cálculo no se forman en las superficies expuestas incluso en personas que no se cepillan los dientes durante largos períodos de tiempo. Sin embargo, otras zonas como el espacio interdental y las bolsas de las encías ofrecen la suficiente protección contra la función de enjuague mecánico de la saliva.
Pero la saliva puede hacer aún más: las proteínas que forman la película adquirida en la superficie de los dientes a la que pueden adherirse las bacterias también están presentes en forma soluble en la saliva. Las bacterias no pueden diferenciar si la mucina a la que se enlazan está fijada a la superficie del diente o fluye libremente en la saliva y pasa al estómago en el siguiente proceso digestivo. Por ello, muchas bacterias quedan atrapadas y se tragan. Además, la saliva contiene la enzima lisozima que ataca y perfora las paredes celulares de ciertas bacterias haciendo que exploten. Además también segregamos anticuerpos (inmunoglobina A) a la saliva para evitar que los patógenos se establezcan en la cavidad bucal.
Nuestra saliva promueve la presencia de bacterias que no producen ácidos y contribuye a eliminar las bacterias indeseables y excesivas con el uso del nitrato. El nitrato es una importante fuente de nitrógeno para las plantas y por eso se utiliza como fertilizante. Muchas plantas, especialmente las verduras, almacenan reservas de nitrato para utilizarlo en caso de necesidad. Nuestras células no utilizan mucho el nitrato y por ello fluye por nuestra sangre sin ser utilizado hasta que lo excretamos a través de la orina. Sin embargo, algunas bacterias pueden usar el nitrato (NO3-) en vez de oxígeno para respirar, convirtiéndolo en nitrito (NO2-). Cuando el nitrito entra en contacto con el ácido se transforma en un potente veneno que puede matar las bacterias presentes en los alrededores. Nuestras glándulas salivales acumulan nitrato procedente de la sangre y lo segregan en la boca con la saliva, donde desempeña varias funciones y ayuda a que las bacterias puedan respirar nitrato en lugar de oxígeno (bacterias desnitrificantes). Cuando hay poco oxígeno producen nitrito, pero nunca ácidos por lo que no provocan caries. Si una bacteria desnitrificante vive al lado de una bacteria productora de ácido, ésta última morirá debido a la reacción de su propio ácido con el nitrito, reduciendo su producción. Cuanto menos ácido hay, más protegidos están los dientes. Además, el nitrito que tragamos con la saliva reacciona con el ácido gástrico y puede matar en el estómago los posibles patógenos ingeridos con la comida.
Conclusiones
¿Qué pasaría si al producir saliva sólo acumuláramos agua en la boca? Nos atragantaríamos con la comida con mucha mayor frecuencia porque no se formaría el bolo alimenticio. Los nutrientes macromoleculares como las proteínas y las féculas, y probablemente también las grasas, tendrían un sabor neutro. Sólo podríamos saborear la comida predigerida que ya tuviera aminoácidos y azúcares individuales. Los iones de calcio y fosfato extraídos de la hidroxiapatita por la acción del agua y los ácidos no tamponados no serían sustituidos. El esmalte dental se desmineralizaría, haciéndose más poroso. Las bacterias podrían extenderse libremente y provocarían la aparición de caries debido a la mayor producción de ácidos.
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