Las modas y las costumbres cambian constantemente y están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida, y la boca no iba a ser menos.
Incrustar piedras preciosas o limar los caninos son algunas de las nuevas modas con las que los pacientes asombran a los odontólogos en sus consultas.
Desde hace muchos años, la utilización del piercing oral lingual, labial y en el frenillo se ha transformado en una forma de expresión estética y modificación corporal común entre los jóvenes.
Sea para manifestar una posición cultural o solo para embellecerse, existen, sin embargo, riesgos que conllevan su colocación y que uno debe tener en cuenta antes de hacerlo.
Los metales pueden causar alergias o irritación. Si al quitarlos no se limpian bien, se acumulan microbios en los poros del metal y al volver a colocarlos sobre la superficie del diente liberan acido y lo descalcifican.
Las perforaciones en la boca pueden causar dolor, hinchazón, infección, babeo, pérdida del sabor y de las piezas dentales, cicatrices y dientes astillados. Por esta razón, el uso de estos adornos en la región oral preocupa a los especialistas por las múltiples complicaciones que presentan sus pacientes y que pueden terminar en problemas graves.
Contagio de enfermedades: Al someterse al procedimiento de colocación de un piercing oral se está corriendo el riesgo de contraer enfermedades infecciosas como la hepatitis B, C, y D, Candidiasis, virus Epstein Barr, VIH, entre otros. Eso puede suceder debido a la mala higiene - desinfección y esterilización del equipo utilizado para realizar la perforación en algunos lugares.
Dientes dañados: Las piezas dentales son las mayores perjudicadas por la presencia de los piercings bucales. El hábito de empujar y jugar con el adorno provoca traumatismos y fracturas dentales.
Infecciones: Dado que se trata de un lugar que aloja millones de bacterias, estas complicaciones son muy comunes. La concentración de microorganismos suele aumentar alrededor del área de punción, y si la persona no realiza una higiene bucal impecable durante los primeros meses tras la perforación, el riesgo de infección es bastante elevado.
Daño en los nervios y sangrado: Si la zona perforada alcanza el nervio, el usuario podría perder la sensibilidad alrededor del adorno. Además, la región oral contiene una gran cantidad de vasos sanguíneos, y su perforación puede originar un sangrado prolongado.
Dificultad con la función oral: Los piercings orales, especialmente el lingual, pueden estimular la producción de saliva y cambiar la estructura bucal, lo que suele causar problemas para hablar, masticar o tragar.
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