viernes, 21 de abril de 2017

Los perros también llevan 'brackets'

Extracto de una noticia aparecida en "El Mundo" 
Los perros, al igual que los humanos, tienen dientes de leche, y "entre los cinco y los ocho meses los cambian por los permanentes", explica Collados. Los profesionales suelen ser los primeros en detectar que el animal tiene un problema cuando acude a la consulta para una revisión dental, -"algo que debería hacerse de forma anual", comenta Collados-: dientes torcidos o montados unos sobre otros, o mandíbula superior e inferior que no encajan correctamente. "El principal riesgo de que los dientes salgan desviados es que se claven en las encías y el paladar, provocando dolor, lesiones e infecciones, aunque también hay riesgo de falta de apetito o malas digestiones al no masticar la comida lo suficiente. Además, favorece la aparición precoz de sarro por los huecos que quedan entre un diente y otro", explica Javier Cucurella, responsable del servicio de odontología del Hospital Veterinario San Vicente. Este centro, en la localidad alicantina de San Vicente del Raspeig, lleva desde 1995 colocando aparatos dentales para corregir la maloclusión dental de los perros, entre otros problemas bucales.
El hecho de que los dientes sufran una desviación anómala puede deberse a ciertos factores. Si bien todas las razas son susceptibles de padecer algún problema de este tipo, "hay cierta predisposición racial. Los rottweiler, por ejemplo, tienen el cráneo estrecho y poco espacio", explica Cucurella. Otras razas en las que se ve con más frecuencia son el yorkshire terrier, el bull terrier o el dogo alemán. "También puede afectar cuando se da un crecimiento demasiado rápido de los dientes. El factor hereditario también influye, así como ciertos vicios adquiridos que deforman la boca", continúa. No hay que confundir la mordida cruzada de algunos perros como el bulldog o el bóxer (con los dientes inferiores por delante de los superiores), ya que se trata de algo característico de su raza.Los perros, al igual que los humanos, tienen dientes de leche, y "entre los cinco y los ocho meses los cambian por los permanentes", explica Collados. Los profesionales suelen ser los primeros en detectar que el animal tiene un problema cuando acude a la consulta para una revisión dental, -"algo que debería hacerse de forma anual", comenta Collados-: dientes torcidos o montados unos sobre otros, o mandíbula superior e inferior que no encajan correctamente. "El principal riesgo de que los dientes salgan desviados es que se claven en las encías y el paladar, provocando dolor, lesiones e infecciones, aunque también hay riesgo de falta de apetito o malas digestiones al no masticar la comida lo suficiente. Además, favorece la aparición precoz de sarro por los huecos que quedan entre un diente y otro", explica Javier Cucurella, responsable del servicio de odontología del Hospital Veterinario San Vicente. Este centro, en la localidad alicantina de San Vicente del Raspeig, lleva desde 1995 colocando aparatos dentales para corregir la maloclusión dental de los perros, entre otros problemas bucales.

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